miércoles, 8 de agosto de 2012

Curiosidades en torno a la Ouija



Este pasado sábado hablaba con unos amigos de fantasmas y casas encantadas. Soy más bien escéptica con ese tema, por eso cuando sale en la conversación yo siempre suelo hablar de fraudes y falsas leyendas urbanas, aunque tengo que reconocer que me encantan ese tipo de cuentos. Supongo que a todos nos gusta pasar un poco de miedo y que aceptar que no todo lo que brilla bajo el sol es completamente racional le da una dosis de misterio a la vida que la hace más interesante.

Desgranando anécdotas y leyendas recordé una vieja casa en la Avenida de la Cruz de Campo, la clínica del Dr Guija (os juro que se llamaba así) que cuando yo era una intrépida adolescente estaba en un estado lamentable. Había sido una institución psiquiátrica hasta principios de los años setenta, cuando se cierra y cae en el abandono. Tras eso se convirtió en carne de leyenda urbana y una especie de tradición para los jóvenes de Nervión era colarse dentro alguna noche a explorar “la casa maldita” de la que se decía lo típico: gritos, apariciones en las ventanas, cuerpos enterrados en el jardín. Las distintas historias hablaban de horribles experimentos psiquiátricos sembrados de muertes efectistas y almas de chiflados que volvían del más allá para quejarse del tratamiento médico. Igual que los jubilados, pero versión paranormal.

Como buena nervionense me colé una noche en la casa del mal con mis amigos, el peligro real por aquel entonces era que las ruinas eran la residencia habitual de muchos drogadictos y sin techo, que dejaban aquello sembrado de porquería y que además no eran cariñosos con las visitas. Además el sitio estaba en un estado lamentable. En resumen: pa habernos matao. Recuerdo que quitando el miedo típico y la risa tonta, nadie sintió nada (el hormigueo típico de las hormonas, cosas de la edad) no escuchamos nada, y que aunque es cierto que a la luz de la linterna la vieja clínica era más tétrica que un decorado del Resident Evil, allí pasó bien poca cosa digna de comentarse. Se quedó justamente en lo que fue: un recuerdo de nuestras alocadas juventudes.  A principios de siglo XXI el ayuntamiento lo convierto el sede del distrito y hoy es un sitio precioso, en el que nadie ha visto nunca un mal fantasma. Con las obras no parecieron restos humanos de ningún tipo y si hay mal karma entre sus paredes es por motivos muy mundanos. El caso es que la casa del Dr Guija me llevó a pensar en las tablas de la oija, un elemento perturbador y casi obligatorio para una buena historia de fantasmas. Un objeto muy curioso, que en EEUU se vende en las jugueterías y con un origen casi desconocido para la mayoría.

La tabla de la oija es patentada el 28 de mayo de 1890 en Baltimore, Impulsada por el interés que habían despertado en EEUU dos farsantes de cuidado: las hermanas Fox (que años después confesaron que tenían montado un buen tinglado con trucos de luces y demás parafernalia para limpiar bolsillos) . La patente declara a Elijah J Bond como su inventor y a William H. A Muapin y Charles W Kennard como sus socios capitalistas. En 1891 se funda la Novel Kennard Company que comienza a comercializar las tablas. Los americanos aprovechaban así el gusto por el espiritismo y las sociedades esotéricas que reinaba en el s XIX. Se limitaron a copiar una de las famosas “planchetts” que se usaban ya en Europa para comunicarse con los muertos. La más famosa fue diseñada por M. Planchette, un espiritista francés, en 1853 y consistía en un pequeño corazón de madera dotado de ruedecitas y con un lápiz en la punta que servía para escribir los  mensajes recibidos del más allá entrando en estado de escritura automática. Ni que decir tiene que los mensajes eran en su mayor parte ilegibles y cuando lo eran resultaban un poco crípticos. A la Pitia la dejaban a la altura del betún.

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Artilugio de Planchette 


Los americanos usaron como nombre la palabra “Ouija”, supuestamente oui y ja,  que significan “Si” en francés y en alemán. Aunque ellos aseguraban que era una palabra de origen indio. También aseguraron, al igual que los espiritistas europeos, que los orígenes de su tabla se remontaban a los tiempos del antiguo Egipto (la egiptología estuvo muy del modo en el siglo XIX y muy ligada a lo esotérico) Al parecer los egipcios usaban un péndulo que hacían oscilar sobre una tabla grabada con símbolos jeroglíficos. Aunque no hay constancia de ningún tipo de semejante artificio, como no la hay del que, también supuestamente, inventó en el año 540 A.C Pitagoras, y que es idéntico al de Planchette.

El caso es que el invento empezó a venderse con tanto éxito que llegaron a hacerse joyas e incluso se vendía con una mesa “apta” para la mejor canalización de las energías del más allá. Ya no necesitabas ser un médium, cualquier hijo de vecino podía hablar con el espíritu de su difunta abuela y preguntarle donde había dejado escondidos los ahorros. Las historias que empezaron a circular respecto a tal artilugio, la mayoría espeluznantes, no hicieron sino aumentar su popularidad, las ventas crecieron como la espuma hasta la llegada de la 1º Guerra Mundial, entonces por primera vez después de muchos años de prospero negocio comenzaron a decaer…la muerte se había vuelto algo demasiado real y la gente ya no tenía ganas de jugar con ella. A pesar de eso nunca dejaron de venderse.
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Joyeria vintage inspirada en la ouija. Diseño de Miss Nebel


¿Es real la Ouija? Decididlo vosotros. Me limito a dejaron un dato: en los años setenta los experimentos del psiquiatra Larry Bayou demostraron que si en una sesión de ouija, tapas los ojos a sus participantes, o les impides ver las letras del tablero las secuencias de palabras son erráticas y no formaban ni una sola palabra. Y otro dos datos curiosos:

-No se forman palabras si no hay dedos sobre el cursor
-Las palabras se forman más deprisa cuando su significado empieza a  quedar claro para “los médiums”

A esto se le llama efecto “ideomotriz o miokinetico” y ya fue descrito por otro psiquiatra, William Carpenter en 1882, cuando la ouija aun no existía como tal, pero ya había muchos tunantes de lo paranormal.
A día de hoy la empresa que posee la patente de la ouija es Hasbro, que la vende como juguete apto para todas las edades.